Cómo desarrollar una cultura orientada a la medición de beneficios
Hablar de Agilidad Empresarial es hablar de una capacidad de las organizaciones.
En concreto, nos referimos a la capacidad que tiene una organización de realizar entregas de valor de alta calidad. Pero no de cualquier forma, sino en pequeñas cantidades constantes, a lo largo del tiempo y de forma sostenible.
Pero, ¿sabemos realmente cuál es el Business Value (valor de negocio)? Si bien podemos hacer una definición de los principales valores de negocio que, en principio, están asociados con la estrategia corporativa, en ocasiones nacen iniciativas de producto o de proyecto que no están alineadas con ellos.
Una buena herramienta que nos permite conocer si nuestras iniciativas están alineadas con el valor de negocio de la organización y que, además, nos ayuda a priorizarlas de acuerdo al coste de la demora y al tamaño del trabajo es WSJF (Weight Shortest Job First). Una herramienta creada por Don Reinertsen y promovida por SAFe, de la que ya hablaremos más adelante.
Medir los beneficios obtenidos
Ahora bien, una vez definidas las iniciativas, acordadas con su valor de negocio, alineadas con la estrategia corporativa y priorizadas de acuerdo a la entrega de valor, debemos responder a una pregunta: ¿cada cuánto se miden los beneficios obtenidos?
Sabemos que vivimos en entornos volátiles con demandas y ofertas cambiantes, y nuevas necesidades por parte de nuestros clientes. Por tanto lo que nos representaba valor de negocio o beneficio hace un año, tal vez hoy ya no lo sea y sea momento de tomar decisiones: ¿continuamos con el proyecto/producto o lo cancelamos?
No es sencillo, sobre todo si tenemos en cuenta lo que se pudo haber invertido. Pero en ocasiones resulta más costoso para la organización mantenerlo que aceptar que ya no es redituable.
En este sentido, podemos afirmar que “se obtiene lo que se mide”. Por eso es importante saber cómo queremos medir los beneficios, cuántos tipos de beneficios son relevantes para nosotros, cuándo se deben definir y cómo gestionaremos su evolución en el tiempo.
Para ello, es necesario sentarnos con todos los stakeholders involucrados. Con ellos podremos identificar y acordar los beneficios, gestionar las expectativas de cada uno, mantener el beneficio e implementar un plan de mejora del proceso de gestión de los mismos.
Para crear la cultura adecuada y orientada a la medición de beneficios partimos de la premisa de:
- entender el negocio
- asegurar la alineación estratégica
- tener una visión holística
- tener una capacidad de reacción ante riesgos
- y desarrollar habilidades claves como pensamiento crítico, comunicación, liderazgo y negociación
Y a su vez es necesaria una cultura de transparencia, abierta, adaptativa y colaborativa.
Cómo medir el valor
Tras definir las iniciativas y saber cómo vamos a medir los beneficios obtenidos, es el momento de centrarnos en el valor y establecer cómo medirlo.
Para ello, primero debemos responder: «¿Qué es valioso para la organización?» Puede ser necesidad de crecimiento, ser más competitivos, aumentar la calidad, cumplir regulaciones o solucionar dificultades. Sea la respuesta que sea, es importante crear entre todos un flujo de valor continuo que, a través de los principios básicos de Kanban, podamos mantener.
Una vez conozcamos lo que es valioso para nuestra organización, debemos:
- definir cada cuánto mediremos el valor durante el ciclo de vida del beneficio, con el objetivo de validar si sigue siendo relevante
- y establecer los indicadores de negocio que debemos alcanzar
Pero recordemos que, para que todo esto funcione, es de vital importancia que esté patrocinado desde la alta dirección. Sólo así lograremos coherencia y consistencia con la estrategia, portfolio, programas y proyectos y/o productos así como el compromiso de todos los participantes.
Lorena Ivonne Perdomo. 7 de octubre de 2021.